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Empezar de nuevo

2 diciembre 2010 1 comentario

Los errores que uno comete, regularmente dejan un vacío en todos los sentidos. Lo primero que afecta es al subconsciente: » ¿qué chingados acabo de hacer?»; «¿por qué lo hice?», «¿qué debo hacer?». Después del momento estrambótico donde el choque de emociones es inminente, viene la depresión mental. Esa depresión que te sume en el ensimismamiento y no te deja pensar en las cosas que debes hacer. Incluso los hijosputa como yo sabemos eso. Incluso los hijosputa como yo hemos pasado por eso.

Los errores son aquellos movimientos opuestos al positivismo, encarecidos -claro -por una actitud estúpida. A veces pueden ser involuntarios, otros de carácter inconsciente o llenos de un vacío existencial. Al fin y al cabo, estupidez. Al cometer un error, no piensas -generalmente en forma  no dolosa, aunque haya sus excepciones -en que dañarás a alguien. Simplemente pasa. Simplemente eres parte de un círculo tóxico que te envuelve. Consciente o no. Y resulta que el karma aparece: ¡Ah! ¡Bendito, tierno, dulce karma que riges el universo y que observas en todo momento! ¡Mano vigilante de El Creador! ¡Ven y cobra factura de las pendejadas humanas!

Y te hace pagar.

A toda acción, corresponde una reacción…

Para obtener algo, hay que dar algo del mismo valor a cambio…

Tal vez, éstos dos principios rigen al karma. Vaya que, la filosofía siempre me ha gustado, pero no quiero entrar en detalles escabrozos. O tan intrincados.  Todo eso siempre me confunde. Me hace sentir mareado. Y madreado. Después del error viene el complicado proceso de aceptación. «Si, yo la regué»; «Si, tal vez fuí yo»; «Si, esto lo provoqué». Ahora actúa sobre la conciencia, lo cuál no es nada agradable, sobre todo si tienes personalidad flagelante. Si, como la mía, de esa que se dá cuerda solita y que regularmente le dura el peso como tres o cuatro semanas. Bah, exagero. Tal vez cuatro o cinco días.

El karma acumula los errores de tus vidas pasadas, y donde vé la oportunidad, entra. Sin embargo, también dá la oportunidad para admitir tu error en el momento. Si no la diera ¿cómo pagarías? Sólo le pasarías la factura al siguiente güey que naciera con un pedazo de tu alma. Y así, ad infinitum.

Así se las gasta el poder del universo.

El verdadero valor de todo ésto es admitir toda la vorágine de estupideces que uno se carga. A veces puede ser un madrazo por todo lo acumulado, con lo cuál, la factura aumenta. El pago, bueh… El pago vendrá, y con mucho esfuerzo se pagará. Sea grande o pequeño.  A veces, puedo asegurarlo, se paga con esfuerzo y mucho gusto. Porque para que algo funcione, debe costar trabajo.

Y mucho, demasiado. Después de pagar, lo que venga será ganancia. Es como empezar de nuevo, y créanme, no me dá miedo, porque sé lo que ella vale. Y a pesar de todo lo que pueda pasar, la sigo amando como la primera vez que le dije Te Amo. Hay un cielo, estoy seguro. Y quiero ganarme un lugarcito, aunque sea apretado, para estar con ella.

Cheers…

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