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La especulación no es la declaración final

20 diciembre 2010 2 comentarios

No tengo ánimos de salir a las calles. Vaya, a veces de ni levantarme. Eso de la violencia simplemente no se me dá. Pero me gusta.

Eso de mi clásica incoherencia, ajá.

La Navidad, como ya he escrito en pasajes anteriores, es de esas épocas en las que se conjunta la Espiritualidad Religiosa, los Valores Familiares y los Villancicos, con las ventas nocturnas de Liverpool, las compras a meses sin intereses y el derroche del aguinaldo en pagos atrazados de las tarjetas de crédito. O en deudas simplemente, aludiendo a ésto último.

Es ver en las noticias a López-Dóriga o Alatorre mezclando la noticia de una matanza de n civiles por el narco con un reportaje sobre la bondad de un Padrecito que seguramente es pederasta, pero tapa sus pecados predicando sobre el amor y la compasión. Keep it on, kid -says the bastard –y los anuncios de Coca-Cola sobre los patrones hijosputa que -para emular al padrecito maricón -lavan sus pecados a fin de año dejando ir al pobre trabajador mal-asalariado para que el güey pueda tragar ese día.

Muchas personas somos parte de un sistema, de una corriente, de una especulación ajena. De un poder. A veces, uno espera llegar a ese poder, y aplicas tu sistema creyendo que lo puedes alcanzar. Si no lo consigues, desistes. Cierras el círculo dicen por ahí, aunque acabar el ciclo también es válido. Y he aquí que, sin lugar a dudas, existen las traiciones. Pero éstos sistemas y éstas traiciones no sólo existen en la mercadotecnia o en el trabajo, no, también existen en las relaciones interpersonales. Vaya que, es de a güevo que tienes que relacionarte en tu trabajo. It’s a matter of principles dicen los putitos de Harvard. Eso lo ví en The Social Network, en mi puta vida he estado en Jarvar y jamás quisiera estar ahí. Y sí, si ví esa pinche película ñoña. Anyway, el caso es que una de las personas que más amor, que más confianza, que más acapara(ba) mi mente, me ha despreciado. Vaya que, no lo llamaría traición. Y vaya que no lo estoy culpando por esa decisión. Simplemente diré que me ha despreciado. Así, como cuando tomas un trapo para limpiar el carro y, ya sucio, lo deshechas.

Todo es cuestión de principios. Y son decisiones que marcan pautas. Y sólo especulo que, ésta personita -a quien tanto amo -ni siquiera piense en mí, ni siquiera quiera verme, ni siquiera quiera oírme o en su caso, ni siquiera quiera creerme. Lo malo es, que cuando estás en un lado de la trinchera en una batalla, no puedes oír lo que el otro bando esté diciendo. Y es cuando la idea se siembra en tu cabeza, y se vuelva una forma, una constante, una personalidad.

La personalidad es la fina expresión humana que se mancilla con el veneno interpersonal. O con el alcohol, al grado de que la personalidad en sí se vuelva corrupta, carente de valores y de escrúpulos. Y aquí es donde radica la fuerza para tener la sapiencia y saber reaccionar ante la situación. Esto te llevara a coleccionar gente (como diría mi querido MauVenom) para seguir adquiriendo un aprendizaje vital o a deshechar a la gente hijaputa que sólo te daña y que en NADA te beneficiará. Y ésto es porque, la vida sigue y no puede (ni debe) parar.

Pero sólo puedo especular, y sin embargo, no tengo el valor para afirmarlo. ¿Valor o sapiencia? Sin valor porque no he escuchado la otra versión. La del otro lado. Y éste pinche y terco amor que tengo por mis hijos.

Pero puedo estar mal, tal vez es una terrible tragedia… Who knows?? Tal vez una retirada a tiempo signifique una derrota…

Carajo…

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